jueves, 9 de agosto de 2012
YOKO Y RAFAEL
En una cocina, se fregaban los platos.
Ella gritó que no le gustaban los plátanos.
El seguía en la luna, the moon.
La radio despistaba con canciones de Nueva York.
El tren ese día decidió que partía.
Ella no dejaba de hacer collares.
La cama del salón se doblaba.
La cortinas aún no colgaban de las ventanas recién pintadas.
La ciudad amanecía con los árboles en flor.
El teléfono sonaba y era ella contestando a la voz de otro él, que llamaba.
Las cajas llegaron con el camión que las habia transportado.
Lo peligroso siempre era que no se rompiera nada por el camino.
El se llamaba Rafaél, quizás como el pintor y ella pudiera ser una japonesa como la Ono.QUIZÁS SI O QUIZÁS NO. Los nombres poco importaban.
A estas alturas ella estaba a punto de subirse a otro autobús.
Y después se dió una ducha, se puso su camiseta de rayas de marinero y salió hacia el despacho.
Pasó el puente. El pelo mojado y un coche paró y él se bajó del coche para saludarla, sonrió y ella siguió su camino.
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