viernes, 5 de julio de 2013

el Señor y la Señora Guembe


Vinieron al despacho y se sentaron. El Señor Guembe llevaba el bolígrafo y la libreta de notas en el bolsillo izquierdo. Su camisa era de cuadros azulete y conocía las plantas del lugar.
La señora Guembe, tenía los ojos brillantes y llenos de luz, le gustaba viajar y acompañar a su marido por el camino.
Les unían 60 años juntos, varios hijos y una nieta de 4 años, llamada Marta. Aventuras, montañas, dejar atrás la ciudad e instalarse en los Pirineos justo antes de la riada de 1982.

Arreglar cámaras de fotos viejas, relojes o cualquier otra máquina era la distracción del señor Guembe. Apellido navarro que los españoles habían reformado y transmutado en Gue por su falta de delicadeza y respeto de Ai francesa, osea E.

Recuerdos de los monasterios, de la sala de máquinas en el año 37 y otros datos me dejaron en la silla escuchando, disfrutando de la idas y venidas de un matrimonio vivo y fresco lleno de sabor.

La fotografías que realizaba su padre por los años 20, abrieron mis ojos. La cámara de fuelles de un señor de San Sebastián, de la que solo queda la lupa, era un ejemplo más del vaivén de la vida.

Cuantos años condensados y presentados en poco tiempo en un despacho junto al libro de Gean Giono, el hombre que plantaba árboles.

Cuantas fotografías recogidas en cajas, me recordaban al Señor Tomás y a la Señora Cristina, en su piso diminuto de la calle En Borrás. Fotografías tirando al plato , o festeandoo con vestidos de rayas y melenas rizadas, estilo de películas de cine américano. Influencias de una cultura cinematográfica y visual otra, y diferente de la nuestra: la fuerza de los años.

Sagente, allá donde Cristo perdió el gorro, fue el destino quién lo trajo. Las gabardinas  de pure laine que se llevaban a Francia, los autorcares de turistas, eran ya pasado. Pasado de un sastre dispuesto a salir adelante.

Camisas, gabardinas, pruebas de tejídos, muestras de materiales para confeccionar. La vida de un sastre, fotógrafo amateur y cualquier otro oficio,  representante o  empleado número 4.822 de la seguridad social en la empresa el MAQUINISTA.

NOMBRES EN LATÍN DE FLORES Y HIERBAS, BOBINAS DE MEMORIA, Un encuentro de esos que te llenan el día a día, y agradeces que sucedan para no desalentar la monotonía. El monasterio de Valentoñana, un pueblo llamado SOS del Rey católico, los baños de Sant Vicent entre la Seu y Puigcerdá...y un seguirá, entre las termas, la hiedra del vagabundo de la señora Lola, y las casas junto al rio Flamisell. Nacer hace 88 años es lo que tiene, secretos que se deshilachan y se comparten con los hijos, la nieta a la salida de la escuela. ENTRE  un dame un beso solo si tienes ganas y la chica, que detrás de su despacho de oficina, atendía a los ganadores del Pla de Barris, en su tercera edición.

VIOLETAS, SAUCE EN FLOR, BROTES DE PINO, NOTAS A PIE DE PÁGINA, ENTRE GINGO Biloba, diente de león, revoluciones y tiempo para descansar. todo amasado, pasado por la caligrafía de una oficina de verano. 

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