viernes, 6 de septiembre de 2013

descalzo el destino

Absolutamente, enaltecido. El discurso desapegado del infortunio.
Ah se dijo, dos y dos suman 5 como los dedos de la mano.

Vacio el silencio, descalzo y desnudo.
Las escaleras de puntillas y él se dijo , nunca, nunca más. Y ella expuso, nunca , mas no más nunca .
Al entrecortante choque de omisiones y miradas respaldadas por ofrendas de amistades,
Frutos del campo, sudor de manos.
La invisible reja que separa las culturas, los sexos y las aventuras. Cien veces, cien se dijo que el barco la esperaría. Cien veces, cien, pensó que la isla al otro lado era su isla, la que reposar pedía.

Si ni un nombre supo decir, si ni muhhhh supo escribir. Que ventajas desconoce un granjero.
Qué párrafo se desintegra en la deshabilidosa mente empobrecida por el ego.
Orgullo de sultán, orgullo de gallina, de machote, de pimpollo o de machaca.

Desafeado frente al espejo. En la soledad te quedas solo. Junto a los gestos que negaste.
Junto a la niebla de la sombra. En la escalera vacia se sientan los gatos, mas solo ellos.
El traspiés es de cualquiera, cualquiera que se atreva a recortar rejas, a plantar macetas, a ofrecer sueños.

 El peligro ese desasosegado enemigo, que se apropia de burla, de la cordura, y de la falsa caricia.
la voz de tu destino, la voz del hambre de los hombres, la voz a gritos de susurros que desmienten
lo evidente.


Cierto, ciertamente era necesario destruir el barco de madera, impedir su salida, arrancar su delicada portada, suspender el alivio de la escapada. Tiempos de censura, maquiavélica tapadera de otras vidas, en otros lugares , de los que por sordera, jamás escucharás su existencia. A esta tapadera se le llama miedo o pobreza. A mi locura, aires de tormenta, de frescura y de aventura.



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