En Alemania, junto a la frontera, un bosque.
Una habitación violeta.
una iglesia que todavía fabrica cerveza.
Silencio de primavera y cuatro turistas aletargados.
Sopa y una tabla de quesos,
un proyecto de logística y tres noches
Luego, lo cotidiano.
Cortar tres rosas del jardín,
buscar el jarrón blanco.
cortar las flores amarillas y
preparar el bouquet como cada año.
Ordenar la casa y preparar las habitaciones para los invitados.
Esperar que lleguen noticias de Francia.
Escuchar a Domenico Moduño
y buscar esas películas que saben a cine.
Saltar entre las zarzas.
contar las ovejas del rebaño del vecino,
bajo la lluvia con la gabardina azul.
oler a tierra mojada y a verde de las hojas.
calzarse las botas para bajar la montaña corriendo.
Reírse de todo y de todos
reírse de la primavera y de los sueños estancos.
la imaginación plebeya y la rutina de los muertos.
Salvar los libros de la quema,
recuperar el libro de solapa azul,
recortar los pájaros del papel.
Cerrar los ojos y viajar a América,
en busca de los ojos negros de un inca.
escuchar las campanas de media tarde
y pintar de colores, los huevos de pascua.
morder la manzana y volver
a su magia y su poder.
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