domingo, 12 de septiembre de 2010

S/t 18j-2010

agua que cae de las piedras de un paisaje de montaña

los pies para caminar. los oidos en tus manos. ceguera.

las hojas de los árboles cubriendo tu pecho , tu torso y tu espíritu.



se fue y solo se quedó la soledad de la sombra.

la lentitud de las ramas al crecer, el despertar de la líbelula.

y gritó al agua que no le escuchó, se reflejó en ella.



el cienpiés se aventuraba y todos se perdieron en el remolino del rio.



perdío la zapatilla y nadó a por ella

el verano con sus nubes los atrapó.

ellos disfrutaban de una infancia con mariquitas de color rojo brilllante.



manchas negras. cienpiés y un pañuelo para no mancharse en el suelo.

agua, agua de nuevo y atrás el verano .



No sabía nada. no sabía nada de su dirección ni de su tiempo, de su reloj, ni de sus pasos.



Las agujas detrás y la huella de las piedras, el tiempo en una botella sin gas.

un brazo retorcido y sin dolor. unas alas intentando salir rasgando la espalda y un paisaje de Orwen para recordar las utopías del pasado no muy lejano.

Ella se levantó y siguió caminando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario